Otro método de detección consiste en aprovechar el efecto de lente gravitacional: la curvatura que experimentan los rayos de luz emitidos por un «foco» (en este caso, una estrella lejana) cuando entre este y la Tierra se interpone un objeto masivo. Aquí, el objeto masivo de interés es un sistema planetario, formado por otra estrella en torno a la cual orbitan uno o más planetas. Estudiar cómo se altera la luz del foco permite determinar la masa del objeto que provoca la distorsión óptica.
La ventaja de este método reside en que permite detectar planetas que orbiten a una distancia de hasta 10 unidades astronómicas de su estrella anfitriona (es decir, 10 veces la distancia entre la Tierra y el Sol). Gracias a esta técnica, una colaboración internacional ha concluido que en la Vía Láctea habría unos 100.000 millones de planetas orbitando en torno a alguna estrella: de media y en orden de magnitud, un planeta por estrella. El resultado se basa en una extrapolación estadística de los datos obtenidos por los investigadores tras seis años de observaciones.
Además, los planetas pequeños y más similares a la Tierra abundarían mucho más que los gigantes gaseosos del estilo de Júpiter. Según el estudio, un 17 por ciento de las estrellas albergarían gigantes gaseosos, pero más del 60 por ciento poseerían supertierras (planetas entre 5 y 10 veces más masivos que la Tierra). Los resultados fueron publicados en el último número de la revista Nature.
Hace unos meses, la misma técnica permitió confirmar la existencia de una población enorme de planetas que no orbitarían en torno a ninguna estrella, sino que vagarían errantes por la galaxia. Aquel estudio dedujo que el número de planetas vagabundos podría doblar al de estrellas en la Vía Láctea. Ahora, a ese número habría que añadir el resultado de este último censo.
Nature
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